Autodescubrimiento Y Curación
La mayoría comienza el viaje de autodescubrimiento, que
es la curación mente-cuerpo porque tiene algún dolor. Tal vez estés luchando
con cistitis intersticial, síndrome del intestino irritable o disfunción del
suelo pélvico. Tal vez tengas dolor crónico de espalda. Tal vez estés lidiando
con la depresión o la ansiedad. Puede ser que llegues al autodescubrimiento a
través de la puerta trasera del sufrimiento, pero antes de que te des cuenta,
el autodescubrimiento en sí mismo se convierte en el objetivo principal.
Después de un tiempo, a veces ni siquiera piensas en los
síntomas físicos cuando estás en tu sesión de autodescubrimiento. El
autodescubrimiento nos lleva a lugares nuevos, más saludables y más felices.
Cuanto más aprendemos acerca de nosotros mismos, más descubrimos lo hermoso,
complejo y fascinante que somos.
Puede ser que a veces tengas un poco de miedo. No siempre
queremos saber lo que realmente estamos pensando o sintiendo. No siempre
queremos la verdad sin mancha.
A veces el autodescubrimiento puede ser doloroso, pero si
te mantienes en tus sesiones, verás que es poderoso. Para una persona que
asistió a una conferencia de yoga, y que tomó una clase sobre la cabeza, el
cuello, y la alineación del hombro, que suena bastante banal, fue el
catalizador para uno de los mayores momentos de autodescubrimiento.
Después de unos pocos minutos de esta clase, se dio
cuenta que habitualmente hacía los hombros hacia dentro, y dejaba caer un poco
la cabeza. ¿Lo has notado?
La parte superior de su cuerpo refleja viejos patrones de
pensamiento de inseguridad y miedo. Su mente y su cuerpo estaban fuera de
sincronía, y realmente no caminaría en su propio poder y fuerza hasta que la
mente y el cuerpo estuvieran en la misma sincronía. Seguramente esta persona
debía tener pensamientos persistentes acerca de sí misma que le dan forma a la manera como dando forma
a como sostiene su cuerpo, a su postura. Todo esto lo notó a través del
autodescubrimiento.
A medida que la clase continuaba, se le enseñó a
posicionar el hioides (un pequeño hueso en la garganta) justo encima de los
hombros. Aprendió a ir con su corazón, literalmente, levantando la parte
frontal de la cavidad torácica y deslizando los omóplatos contra su espalda. Se
dio cuenta que no se sentía como un militar, y esa posición era
sorprendentemente cómoda.
Mientras jugaba con esta nueva posición corporal,
moviéndose a través de posturas de yoga, caminar y sentarse, tuvo una repentina
revelación.
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