viernes, 16 de diciembre de 2016

Comprendiendo La Relación Entre El O La Autoestima Y Los Trastornos Alimenticios


Comprendiendo La Relación Entre El O La Autoestima Y Los Trastornos Alimenticios

¿Cómo sería si pudieras sentirte positiva acerca de ti misma?

Para muchas mujeres que sufren trastornos alimenticios, la autoestima no es prioritaria. A menudo su meta es la supervivencia, en lugar de la felicidad o sentirse aceptadas y queridas. El desorden alimenticio puede estar escondiendo desesperanza, auto odio y vergüenza en las mujeres. 

RELACIÓN ENTRE EL O LA AUTOESTIMA Y LOS TRASTORNOSALIMENTICIOS

En una investigación se llegó a la conclusión de que la baja autoestima pone a las mujeres en mayor riesgo de desarrollar desórdenes alimenticios. La baja autoestima a menudo está presente antes del desarrollo de la alimentación desordenada y es un factor de riesgo significativo tanto para la bulimia como para la anorexia.

Según Robson (1989, como en Ghaderi, 2001), la autoestima es "un sentimiento de satisfacción y autoaceptación que resulta de la evaluación de una persona de su propio valor, atractivo, competencia y capacidad para satisfacer sus aspiraciones". Es evidente que la autoestima es multifacética. Del mismo modo, el desarrollo de los trastornos alimenticios es complejo, incluyendo factores tales como ambiente familiar, cultural, dieta, predisposición genética, antecedentes de abuso, edad, factores emocionales y espirituales, así como la autoestima.
Tres estudios de investigación independientes encontraron que el desarrollo de la bulimia se predice por las tendencias perfeccionistas y por la insatisfacción corporal, sólo entre las mujeres con baja autoestima, mientras que las mujeres con mayor autoestima no tenían estos factores de riesgo y por consiguiente no desarrollaron bulimia (Vohs, Voelz, Pettit, Bardone, Katz, Abramson, Heatherton, & Joiner, 2001, Vohs, Bardone, Joiner, Abramson y Heatherton, 1999, Joiner, Heatherton, Rudd y Schmidt, 1997).
Respecto a los trastornos alimenticios en la niñez, respecto a la relación padre-hijo, se ha observado cómo las expectativas perfeccionistas de los padres trabajan para limitar el desarrollo de la autonomía del niño, creando un ambiente donde el niño depende más de las expectativas de los padres que de las necesidades y deseos individuales. Bruch (1982) postula que a medida que los niños intentan satisfacer demandas parentales poco realistas, desarrollan un sentido de "no ser nada". A medida que estos niños llegan a la adolescencia, pueden desarrollar  trastornos alimenticios para definirse a sí mismos.
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