La Creatividad No Es Belleza… Pero Es Aventura. Parte III
En algún momento del camino, alguien preguntó: "¿Por
qué no podemos revisar nuestro correo electrónico en nuestros teléfonos
celulares?", Y por eso hoy tenemos teléfonos inteligentes que pueden hacer
el correo electrónico y la navegación web además de actuar como teléfonos.
Antes de eso, alguien tenía que preguntar: "Oye, ¿por qué no podemos
hablar por un teléfono que no está conectado a la pared?" En algún momento
alguien tuvo que innovar y pensar: "Bueno, veamos si podemos hacer un
teléfono móvil que la gente pueda llevar con ellos fuera de casa, para que
puedan contestar el teléfono donde sea que estén".
Las primeras computadoras portátiles tenían un par de
pulgadas de grosor, al menos, y generaban
una gran cantidad de calor residual. Si realmente te atrevieras a poner
una en tu regazo, ¡te quemarías! Pero la razón por la que existieron fue porque
alguien pensó: "¿Por qué tenemos que estar atados a un escritorio para
usar una computadora? Vamos a fabricar una que podamos llevar con
nosotros". Y, por supuesto, en ese entonces, aún tenías que enchufarla a
la pared para obtener una conexión a Internet... pero ahora todas son
inalámbricas.
Todos estos son increíbles avances en tecnología, y todos
provinieron de personas que decían: "¿Por qué no? Probemos algo nuevo.
Pensemos fuera de la caja. Seamos creativos e innovemos en el mercado".
Eso sucede en todo el sector tecnológico.
Y esa creatividad, esa innovación, está lejos de ser
limpia. Es desorganizada, sucia y caótica. El proceso puede hacer que las
personas que tienden a estar estructuradas se vuelvan locas.
Pero en el proceso creativo, hay un momento en que las
cosas se juntan, cuando estás trabajando en un proyecto y tus ideas dispersas
comienzan a transformarse, lentamente, en el producto final. Eso es algo por lo
que tienes que trabajar; pero, lamentablemente, muchas personas tienen que
tener todo resuelto de antemano. Tratar de embotellarlo así, tratar de hacerlo
perfecto desde el principio, puede romperte. Terminas perdiendo tu energía
creativa, porque estás tan concentrado en cómo tendrá que terminar que nunca
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